Wednesday, October 11, 2006

Cronica del buen viaje y mal retorno

El último domingo un grupo de amigos, guiados por la amable Janet Salas, emprendimos caminata rumbo a Antankallo en Matucana, provincia de Huarochiri, fruto de esa salida el joven poeta y viejo amigo Dante Gonzáles lanzo una crónica que comparto con ustedes, ahí va:


8 de octubre: día de héroes y de aquellos que saltaron del barco: memorias de la conquista de Antankallo


El día había llegado con más penas que glorias. Aquel 8 de octubre conquistaríamos las faldas que aquella montaña que guarda una de las más turísticas cataratas de la sierra capitalina y bañarnos en el velo de ésta sería un reconfortante premio al esfuerzo y a la disposición; pero la antesala de aquel domingo nos dio un revés. El seleccionado de la Unidad de Coordinación Cultural de la Biblioteca Central (UCCBC) desistió. El equipo había desertado incluido su comando.

¡Chapen esa, muchachos!

Frente a la situación que acusaba a los objetivos trazados para aquel día – esto según el plan estratégico de esparcimiento (PEE) elaborado por la misma UCCBC hace mucho tiempo… este PEE es tan antiguo como el POF, digo MOF de la Biblioteca que nadie conoce, menos cumplen –, algunos excombatientes de “n” jornadas culturales libradas en los auditorios y demás espacios de la Biblioteca Central en cumplimiento de los deberes asignados para la UCCBC pusieron el hombro y tomando prestado un lema de la Comisión de la Verdad y Reconciliación: “Para que la historia no se repita” salieron a hacerse de la victoria (claro que se reforzaron con sus enamorados, familias y otros invitados). Esto de no repetirse aludiendo a aquel aciago día de octubre en el que se inmoló Grau, en el mar que lleva su nombre.

¡Muchachos, mejor dejemos tranquilo a miguelito!

Continuemos…

La mañana del segundo domingo de octubre llegó muy temprano. Sus primeras luces cayeron como las aguas de las cataratas que tendríamos que conquistar. A unos les dio en la cara más temprano que a otros, eso se puede corroborar con JJ y la china Katya, más con el primero.

Mientras preparaba mis maletas, en realidad mi ventiúnica mochila, la guerrera; hacía memoria para ver de donde sacaba las cosas que minuciosamente Janet había pedido. Buzo no tenía o el que tengo sólo me sirve para la casa, y está más despintado que cielo limeño. Así que me puse un pantalón que más o menos me queda holgado con el que siempre voy al trabajo. Polo sí que tengo por montones así que no tuve problema. Zapatillas… ummm … las goleadoras de aquellos encuentros en el gimnasio… pregunten a Luisito… en cuanto lo demás no tenía. Me puse la mochila al hombro y partí.

Luego de una odisea por Javier Prado y La Molina llegué al primer punto. Ya en Santa Anita, luego de 5 minutos llegó Janet, la capitana del barco. Esperamos agotando los pétalos del tiempo como si se tratara de una margarita; como era de suponer nadie llegó. Nos miramos y dijimos haremos un grupo de dos, tras la sonrisa de Janet partimos a Chosica. Bajamos en la plaza Echenique y el panorama era desolador, nadie esperaba y se suponía que un grupo debería estar esperando con media hora de anticipación. Entonces nosotros adoptamos esa espera. Apareció Nancy y su mancha, la china que vive en Chosica no llegaba. Ya era como las 10 de la mañana y JJ llama a la china y le dice que está saliendo de su casa.

Ay muchachos, la puntualidad más liquida que las aguas de la catarata de Antankallo discurriendo por las montañas. La puntualidad convertida en un bloque de hielo entre las manos en un verano al medio día. Pero en fin, llegado JJ, llegaba nuestra partida.


El comité de bienvenida con banda de músicos y una multitud de pobladores nos dio la espalda cuando llegamos… o será cuestión de perspectiva, ya que nosotros entramos por la trastienda. En fin, habíamos llegado y partimos después de abastecernos y de ir al baño. Caminamos como hora y media para llegar a las cataratas. En el trayecto el paisaje único parecía abrazarnos y el viento silbaba sus mejores temas para deleitarnos los oídos. Parecíamos personajes de alguna historia de aventuras, todo agotados, con hambre y por llegar nos cobran. Alcanzas la meta y pagas, eso no es justo. Encima, las chicas no quisieron hacer polito mojado: así no vale…


El regreso mejor que cuente otro… ya me cansé y tengo que dormir.




Crónica anónima encontrada por Dante