Friday, May 08, 2020

San Marcos de aquel tiempo, de los del 2000.

Todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él

Los primeros meses en San Marcos fueron a ritmo de cumbia. La misma que algunos denostaban por embrutecedora. El Chosicano que me trasladaba desde la Carretera Central, vía Grau y Venezuela, me la ofrecía en la ida y en la vuelta. Los huecos de la avenida Venezuela la dejaban escuchar cada viernes (en realidad todos los días). Mis compañeros la escuchaban y yo lo disfrutaba. Si era marginal o un género despreciado a nadie le importaba. Nunca importó. Lo gozábamos y lo bailábamos. Creo que nadie lo bailó como un extraño oteando los excéntricos hábitos de una lejana comarca. Ninguno parrandeó con curiosidad intelectual. Nadie. Para todos les era propio, les pertenecía. Esa era nuestra inicial belleza, nuestra inocencia en proceso de perderse en la grisura de la teoría. La vida a colores a punto de transformarse en Arial 12, APA riguroso y crítica docente.